(1921-1996)
Son pocos y afortunados los pueblos que han tenido en su
historia la ocasión de contar con un hijo preclaro que haya sido capaz de dedicar
una vida entera de servicio a la búsqueda del bienestar y progreso de sus
coterráneos.
Este es precisamente el caso de Siquirres, que debe gran
parte de su desarrollo a la lucha inclaudicable del Padre Roberto Evans
Saunders, pionero de ese cantón limonense.
El padre Evans nació el 6 de octubre de 1921 en Limón centro, como hijo primogénito del hogar formado por Carlos Evans y Eugenia Saunders.
El padre Evans nació el 6 de octubre de 1921 en Limón centro, como hijo primogénito del hogar formado por Carlos Evans y Eugenia Saunders.
En el año de 1935 sufrió un severo ataque de tifoidea seguido
de una parálisis temporal que lo tuvo postrado en cama aproximadamente por un
lapso de seis meses, tiempo que sirvió para meditar profundamente sobre el
camino que Dios le tenía reservado como ministro de la Iglesia. Desde
aquellos días descubrió su absoluta inclinación por la vida espiritual y religiosa,
y fijó su meta en alcanzar el día de consagrar su vida como sacerdote de Cristo.
Su pensamiento y anhelo lo llevaron a inscribirse el 10 de
marzo de 1938 en el Seminario Mayor de San José, donde cursó estudios por cinco
años, obteniendo su bachillerato. En esa misma institución, el 12 de
marzo de 1943 iniciaba sus estudios superiores para ordenarse de sacerdote.
Así, el 18 de diciembre de 1948, el Obispo Monseñor Odendahl
del Vicario de la Catedral de Puerto Limón, dedicada al Sagrado Corazón de
Jesús, lo ordenaba sacerdote de la Iglesia Católica, celebrando su primera misa
en la misma Catedral al día siguiente.
Ocho días después, el 26 de diciembre del mismo año en la
iglesia La Soledad en San José, oficiaba su primera misa en la capital de la
República a las 10:30 a.m. con la presencia del presidente de Costa Rica de
entonces, don José Figueres Ferrer, con quien lo unió una muy estrecha amistad
durante su vida.
El padre Roberto Evans Saunders se constituía en el primer
sacerdote afrocostarricense, lo cual marco un hito en la historia eclesiástica
católica de Costa Rica.
El 7 de agosto de 1949, a sus propias instancias y con la
autorización de su Vicariato, pisó por primera vez suelo siquirreño, cantón de
su provincia donde llegó lleno de optimismo y con muchas ideas frescas y
renovadoras. A partir de ese momento puso toda su capacidad, energía,
empeño, constancia y el mayor esfuerzo en hacer de esa tierra algo mejor para
sus habitantes, emprendiendo un trabajo encomiable como cura párroco, no sólo
desde el punto de vista religioso, sino también en el campo educativo y
cultural, pese a enfrentar todo tipo de situaciones negativas a su paso.
Debió recorrer un camino largo y lleno de tortuosas veredas que le harían más
difícil su tarea, sin embargo, tenía claro que para lograr grandes triunfos
había que vencer inmensas dificultades.
Tres vertientes destacadas signaron la vida del padre Evans: su
espíritu revolucionario en materia de educación, su vocación como formador de
juventudes en el campo deportivo, y su inclaudicable lucha en pro del
desarrollo con justicia social y paz en la región limonense.
Fue así como al transcurrir los años, con la ayuda de hombres
y mujeres de buena voluntad que creyeron en su ferviente deseo de realizar todo
cuando se pudiera para lograr el mejor desarrollo de la zona, el bienestar de
sus habitantes y una mejor forma de vida, logró con su lucha permanente
muchísimas obras, entre las que podemos citar: la carretera que unió a
Siquirres con Turrialba, la Unidad Sanitaria, el puente de la comunidad, los Clubes
4-S, el templo parroquial y el Colegio Técnico Agropecuario de Siquirres.
En el año 1957 tomó la categórica determinación de iniciar la
construcción de un nuevo templo parroquial en Siquirres, en vista de que el
antiguo cada vez se deterioraba más y no cumplía con la capacidad suficiente
para albergar a sus feligreses que crecieron en número desde el momento en que
se hizo cargo como cura párroco de esa casa de Dios.
Fueron muchas las citas y las horas que en pos de su proyecto
tuvo el padre Evans pidiendo colaboración económica y material. Viajó a
Inglaterra y Estados Unidos a predicar el evangelio de Cristo en inglés con el
deseo de lograr recolectas que vinieran a contribuir para la construcción de la
iglesia que tanto amó. Valga acotar que construyó el primer templo
católico con arquitectura “redonda” de Costa Rica y uno de los primeros de
América Latina.
Continuaría con su lucha tesonera por el bien de Siquirres,
iniciando la campaña para lograr un colegio que le sirviera a la juventud de la
comunidad para un futuro mejor para todos, magna obra que el primer lunes de
marzo de 1963 abrió sus puertas como el Instituto Agropecuario de Siquirres,
con el lema: “El siempre combatido pero nunca vencido”. Su fundador
ejerció sempiternamente la dirección de ese instituto desde el primer día hasta
enero de 1980.
El Instituto Agropecuario de Siquirres, concebido en años en
que la educación diversificada apenas “gateaba” en el país, es un monumento
vivo a su memoria. Millares de jóvenes han egresado de sus aulas con una nueva
conciencia sobre lo agropecuario, el desarrollo sostenible y la ecología.
El fallecido expresidente Francisco J. Orlich había
reconocido en su oportunidad que el proyecto de canalización de Tortuguero –una
línea acuática de 112 kilómetros entre Moín, Parismina, Tortuguero y Colorado-,
se había gestado con la participación activa del sacerdote, lo mismo que el
nacimiento de JAPDEVA como organismo rector del desarrollo en la Vertiente del Atlántico.
El padre Evans también fue “revolucionario”, pues dio la cara
siempre a favor de los peones bananeros explotados por las compañías
transnacionales, y por lograr que a los negros no se les aplicaran “subterráneas
campañas racistas”. Fue mediador en muchas huelgas para evitar que corriera la
sangre en la zona Atlántica. Cobijó con su celo y amor sacerdotal a
negros, chinos, mulatos, criollos y extranjeros de múltiple nacionalidad. En
este mismo sentido encabezó una verdadera batalla campal a favor de los
aborígenes escondidos en las montañas de Talamanca, que soportaban 500 años de
marginación y miseria.
El Padre Evans fue visionario por naturaleza. Por su misma
calidad humana y pastoral, donde erigió sus pasos logró obtener las metas
propuestas, triunfos y gloria que nunca quiso que le fueran reconocidos.
No es casualidad entonces que algunos ex presidentes de la
República, con quienes sostuvo una importante amistad, lo consideraran como
“Benefactor de Limón”, y la más sólida palanca de progreso espiritual y
económico en Siquirres.
Sus frases fueron famosas y quedarán para la posteridad:
“Camina al lado de mis huellas, nunca dentro para que se vean tanto las
tuyas como las mías”. “Si volviera a
nacer, pediría que fuera en Limón, y que fuera negro” –refiriéndose orgulloso
de su tierra y su raza-. “Al bajar de
esta loma deben hacerlo sabiendo más que ayer y menos que mañana”–refiriéndose
al colegio-. Y probablemente la más célebre: “Costa Rica no sería
iluminada por el sol si en Limón no lo dejáramos salir.”
Desde el mes de enero de 1995 una enfermedad lo postró en una
silla de ruedas y su salud decayó aparatosamente, muriendo la mañana del 2 de
junio de 1996.
TOMADO DE:
(2010, 05). Padre Roberto Evans Saunders. BuenasTareas.com. Recuperado 05, 2010, de
http://www.buenastareas.com/ensayos/Padre-Roberto-Evans-Saunders/322019.html
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